lunes, 28 de noviembre de 2011

SER UN BUEN ÁRBITRO...

Si nos dirigimos directamente al diccionario de la "Lengua Española", Árbitro significa: "El que en contiendas deportivas cuida de la aplicación del reglamento".

Podemos de ello deducir que un Árbitro debe saber muy bien las Reglas de Juego del deporte a que se dedica.  Más aún, si ese deporte es seguido por casi toda la población mundial: el fútbol.

Ser Árbitro de fútbol, es una tarea muy difícil, llegando a ser una de las más cuestionadas por todos. Pocos ven el esfuerzo que el Colegiado realiza antes de entrar a la cancha. Muchos lo tiñen, por jugadas dudosas y se jactan de poder estar a sus alturas, desde una tribuna, detrás de un monitor de televisión. Con el mundo globalizado, una simples jugada la repiten muchas veces y los comentaristas deportivos no llegan a ponerse de acuerdo con lo sancionado, aunque la ven 5 o mas veces y hasta en cámara lenta. La tecnología deja vulnerable al error. Error que siempre existió y existirá. Una equivocación en el terreno de juego surge por varios motivos, pero tengamos en cuenta que el juez, tan sólo tiene segundos para decidir. El tiempo en que tarda en llevarse el silbato a la boca, es el tiempo que tiene en decidir si ocurrió o no una falta. El margen de error debe acercarse a cero, casi no debe existir. Para ello, se trabaja, de muchas maneras.

Arnalo César Coelho (BRA) - Árbitro de la final del Mundial 1982
Muchos comienzan el curso de aspirante a Árbitro, pocos la culminan. Eso debe ocurrir porque el común denominador de la sociedad cree que ser Árbitro es una tarea sencilla, que no requiere mucho esfuerzo, más que entrar al campo de juego y soportar la silbatina de la tribuna. Claro error, que hace que tan sólo el 5% de los que comienzan el cursado, lo terminen. Es que para ser Árbitro se requiere de muchas cualidades: físicas, morales, intelectuales y técnicas.

CUALIDADES FÍSICAS

El Árbitro debe gozar de una buena salud y mantener su buena condición física, no sólo llevando una vida sin excesos, sino también mediante un entrenamiento racional que deberá proseguir sin descanso siempre que sus ocupaciones profesionales o laborales se lo permitan.

Pierluigi Collina (ITA) - Arbitro de la final del Mundial 2002
Se debe tener en cuenta que el Árbitro recorre durante un partido, aproximadamente entre 9 y 12 Km, debe correr hacia atrás, debe tener muy buen pique (reacción - explosión). Cuando se juega un contragolpe debe cambiar constantemente el ritmo de su carrera. El entrenamiento debe ser de forma asidua y moderada   para desarrollar sus cualidades físicas: resistencia, velocidad, reacción y fuerza.

La preparación física del Árbitro es una tarea técnica que debe ser conducida por un profesional capacitado.

CUALIDADES MORALES

Imparcialidad: fundamentalmente el Árbitro debe ser imparcial, pues la imparcialidad es esencia misma de la justicia. No debe tener ningún prejuicio, y mucho menos antipatía o predisposición contra un determinado equipo o jugador. No debe dejarse influenciar por las faltas que un jugador haya podido cometer durante el transcurso de un partido anterior.


Autoridad: El Árbitro ha de saber imponer sus decisiones. Es aconsejable que imponga desde el comienzo de partido su autoridad, lo que se muestre más flexible en la medida que el encuentro se desarrolle con normalidad. Sin amenazas; una mirada o un gesto oportuno resulta a menudo más convincente. "La experiencia engendra autoridad" (Pascal). Por esta razón, cuando se presenta un partido final o de importancia, se debe recurrir a los Árbitros veteranos y con experiencia; estos ofrecen un mayor porcentaje de seguridad. 
El Árbitro debe saber mantener el principio de su autoridad y para ellos es fundamental que sepa imponer el respeto entre sus dirigidos partiendo de la base que para pretender ser respetado, de debe respetar a los demás. Los gritos y la prepotencia, en los Árbitros, sólo contribuye a restarle autoridad. La voz del Árbitro es el silbato y en ocasiones las tarjetas; tengan en cuenta que cuando más conversa con los jugadores, contribuirán a restarse autoridad a si mismo.


Sangre fría: en todas las circunstancias el Árbitro debe conservar su sangre fría, sobre todo después de una decisión importante. Cuando el juego se enardece, al Árbitro le incumbe apaciguarlo adoptando las decisiones pertinentes que aflojes una situación tensa sin falsear por ello la esencia del juego mismo. La calma y el dominio de si mismo son dos condiciones principales de toda autoridad. 

"La calma de un Árbitro provoca la calma, con frecuencia la admiración, y siempre el respeto. La calma contribuye a fomentar el comportamiento debido y, lo que es mejor, permite que las aguas no salgan de su cause". 

La sangre fría se sintetiza con dominio de si mismo. Mas puede razonar el Árbitro, y administrar justicia si en situaciones extremas, como puede ser cuando se producen incidentes graves, tumultos agresiones, etc, no se pierde el dominio de si mismo.
Es posible que todos; jugadores, técnicos o público, pierdan la calma y se pongan nerviosos por diversos motivos que forman parte del fútbol mismo, pero no es admisible y poco recomendable que el Árbitro también entre en ese terreno. Para poder tomar decisiones justas, es necesario la tranquilidad y pleno dominio de si mismo aun ante  las situaciones más injustas, porque precisamente para eso está el Árbitro, para administrar e impartir la justicia siempre basándose en lo que determinan las Reglas.

William Ling (ING) Árbitro de la final del Mundial 1954
Valor: El Árbitro debe tener audacia. A pocos minutos del final de un partido, no debe vacilar en conceder un penal si este se cometió. El deporte requiere valentía, y más en el arbitraje; pero es necesario establecer límites. No se puede exigir que un Árbitro se convierta en un héroe a consecuencia de sus determinaciones. A esto queremos agregar que miedo llega a sentir cualquier ser humano en un determinado momento de su vida. Se puede llegar a sentir miedo por ello mismo, por ser una pasión que se sufre. Dice el diccionario de la "Lengua Española": es un sentimiento de inquietud causado por un peligro real o imaginario". Trasladamos el miedo a la función del Árbitro y establecemos que puede existir el miedo en determinadas circunstancias especiales, pero no puede ser Árbitro aquel que no sabe dominar el miedo o terror pánico como lo denominan los antiguos.

"A nadie tenga más miedo que al miedo mismo" (Montaigne).

No se puede aplicar la justicia si nos dejamos influenciar por las amenazas o el temor que provocan las llamadas "barras bravas", quienes con este sistema pretenden que los fallos del Árbitro favorezcan a su equipo.
El Arbitraje es una profesión para personas valientes y decididas a imponer justicia a costa de cualquier circunstancia, pero, volvemos a insistir, no podemos pretender que un Árbitro se convierta en héroe. Hasta en esto el Árbitro debe saber emplear su buen criterio; para determinar hasta cuando se debe tolerar y cuando debe poner fin a las amenazas. Descartamos desde ya que haya Árbitros que tengan miedo por algún peligro imaginario. El miedo puede existir ante un peligro real, pero no se puede ser temeroso ante cualquier circunstancia y a la menor amenaza. 
Tiene el Árbitro en su poder todo lo necesario para obtener las garantías reales y cumplir su misión con todos sus sentidos y sin la pasión del miedo.

Sandor Puhl (HUN) Árbitro de la final del Mundial 1994
Humildad: "No se es un buen Árbitro hasta no haber salido del campo de juego con la chaquetilla rasgada o protegido por la policía". 
Esto lo decía un reconocido Árbitro Internacional. En esos instantes es cuando el Árbitro comprende su papel o, mejor aún, sus puntos débiles en la dirección de un encuentro. La buena voluntad de un hombre, dice el proverbio: "puede ser su paraíso, pero puede también convertirse en su infierno".
La buena voluntad del Árbitro, el dejar hacer, el ser tolerante, puede ser un placer, una satisfacción, pero también una decepción, una catástrofe y generalmente un mal arbitraje.
Es hermoso retirarse de un campo de juego con la enorme satisfacción de haber sido, al menos durante ese partido, un buen Árbitro. No hay nada. para un Árbitro, que pueda incentivar su egolatría con más fuerza que esto. Tampoco es envidiable la situación del Árbitro que se retira de la cancha con la certeza de saberse responsable de una mala actuación. Ambos extremos son malos.
El Árbitro debe saber contener su ego, debe mantenerse humilde en todo momento. No sentirse abochornado por una mala actuación y tampoco envanecerse por una buena actuación. Es deber del buen Árbitro ser humilde y humillarse cuando sea necesario; esto le da personalidad y quienes son sus dirigidos le tendrán más respeto.


Lealtad: El Árbitro no puede ni debe ser hipócrita. Debe mantenerse sincero, franco y honrado en sus informes. Ha de saber reconocer sus errores y admitir los méritos de sus colegas. Nada más repudiante que la falsedad. Tenga el Árbitro presente que con esa actitud y proceder podrá engañar a los demás, pero es imposible engañarse a si mismo. Esto es un problema de conciencia y honestidad. Inclusive, el Árbitro, debe sentirse bien y con tranquilidad de conciencia aún cuando es criticado por su proceder, si es que está seguro de haber procedido lealmente; con el correr del tiempo su condición será reconocida.

Sais Belqola (MAR) Árbitro de la final del Mundial 1998
CUALIDADES INTELECUTALES


La inteligencia es la cualidad dominante que únicamente debe servir para que el Árbitros aplique las Reglas de Juego de una forma juiciosa. Tener por corolario un discernimiento seguro y una gran rapidez de apreciación. Las decisiones deben ser anunciadas con seguridad, pues la convicción fecunda conviccón y la certeza de la autoridad.

El Árbitro debe poseer excelente reflejos, pues estos le permiten decisiones claras y prontas. La lentitud traduce una vacilación, y la vacilación una falta de convencimiento. Si el Árbitro duda, da pie a una discusión, surge la duda y a partir de ahí comienza la desobediencia. La vacilación puede llegar a ser muy inquietante en un Árbitro, pues cabe que la confianza se resista de ella. En el público, un Árbitro vacilante, le hace desconfiar de su actuación; por el contrario, cuando el Árbitro es seguro y firme en sus fallos, traduce confianza, aún en el error.

"El Árbitro debe tener mucho de psicólogo"

Ha de poder adaptarse al medio, a las circunstancias y también a los caracteres de los jugadores, sin que por ello deba convertirse en Árbitros "acomodativos" y tolerante de más. Con referencia a los jugadores, hay muchas formas de notificar una decisión, y al Árbitro corresponde elegir la más idónea, pero deberá hacerlo teniendo en cuenta nuestro anterior consejo: "hablar lo menos posible o nada", hablan el silbato y las tarjetas.

Rudolf Glöckner (ALE) Árbitro de la final del Mundial 1970
CUALIDADES TÉCNICAS


El Árbitro está obligado a: conocer el reglamento; y permanentemente leerlo aunque esté seguro de conocerlo, siempre se refresca la memoria con la lectura. Debe saber interpretar el espíritu del reglamento, detalle este muy importante que hace a la condición de un buen Árbitro. Cada vez que se castiga una falta, ha de justificarla, ante si mismo como si le opusieran reparos, y esto con el fin de permitirle comprobar algunas dudas y así mejorarse. Tiene que poseer condiciones de organizador en su tarea con los Árbitros Asistentes.
El Árbitro podrá obrar bien, si es que sabe bien. Aquello que gusta, o conoce a fondo, se hace bien.

CONCLUSIÓN


Observamos en este trabajo los requisitos mínimos para ser Árbitro. Mínimos, ya que existen muchos más que van complementando a lo largo de su carrera. El aspirante debe tener en cuenta estos requisitos para poder encarar esta profesión, cuya cúspide tan sólo puede llegar uno por vez, cada cuatro años. La final de la Copa del Mundo de la FIFA.
Plantearse cada uno de ellos y entenderlos, ver si su perfil queda encuadrado en estos requisitos. Observar muy bien la dinámica de esta hermosa profesión, porque como escuché decir una vez a un Instructor: "nene, una vez que te pones esta camiseta no te la sacas más...!!!".

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