domingo, 20 de octubre de 2013

"LAS MEDALLAS SE GANAN EN LOS GIMNASIOS, EN LOS TORNEOS SÓLO PASAMOS A BUSCARLAS"

En el fondo de nuestro corazón todos soñamos con ser un deportista famoso, aunque la mayoría de las veces simplemente nos contentamos con disfrutar de alguna jornada de competición entre amigos y familiares.
Pero otra cuestión es querer ser un deportista profesional y además ser exitoso en el intento.
En estos tiempos y en los tiempos pasados también, no se puede triunfar sin tener una amplia gama de atributos innatos, que puedan ser desarrollados con una buena cuota de dedicación, esfuerzo y perseverancia.

EL DEPORTE Y LA COMPETENCIA

Las competencias deportivas actuales exigen de los participantes un enorme consumo de energía no sólo física, hay también una gran demanda de energía psíquica y compromiso previo. Un deportista bien dotado y bien preparado técnicamente, puede no alcanzar sus metas en una competencia, si no sabe o no ha aprendido a manejar sus emociones (ansiedad, estrés, ira, etc.), que hacen falta para enfrentar cualquier situación que se pretenda resolver.

LA CABEZA, SALUD Y EL DEPORTE

La posibilidad de imitar lo bueno, es hoy muy superior a la de antes. La televisión nos ofrece todos los días partidos con los mejores jugadores de mundo, espejos ideales en los cuales mirarse para aprender más y mejor. Sin embargo, la mayoría de los jugadores de hoy ven poco fútbol y hay quienes increíblemente dicen que les aburre. Como tampoco son muy afectos a entrenar, falta de espíritu de sacrificio, se conforman con un panorama poco auspicioso, que tiene como consecuencia un déficit grande de fundamentos técnicos que impide que se vea buen fútbol, dado que la técnica está en la base de todo. Por mejor que esté físicamente y certera sea la táctica, sin técnica nada importante es posible.
La gran mayoría de los muchachos carecen de humildad, no tienen claro que en la vida nada importante se logra sin sacrificios, que quienes se cuidan fuera de la cancha y se quedan en ella para corregir los errores y aumentar la precisión son los que llegan al éxito y lo hacen duradero. La mayoría está en la fácil. Creen que sus condiciones naturales son suficientes para triunfar y se dejan estar, no llevan la vida de auténticos deportistas ni buscan la superación.
John Wooden, notable entrenador de básquetbol de USA, sostiene que nadie es fracasado hasta que culpa a los demás de sus fracasos. Él dice: “Michel Jordan fue un atleta con mentalidad de crecimiento por excelencia, cuya grandeza es proclamada por todo el mundo”. Jordan sufrió la gran frustración de quedar afuera del equipo del instituto donde estudiaba y luego del de la universidad a la que perteneció. Los dos primeros equipos de la NBA en los que probó no lo contrataron. Su madre le dijo que volviera a intentarlo y que se auto-disciplinase. Aceptó el reto, aprendió de sus fracasos. Con gran sacrificio, trabajó varias horas por día para corregir errores y mejorar sus condiciones. Así triunfó, hasta ser considerado como el mejor basquetbolista de todos los tiempos. Tras abandonar el baloncesto, un buen día retornó en medio de enorme conmoción. Se dijo sorprendido porque la gente lo elogiaba como si fuere una figura de culta religioso. Expresó: “yo soy un ser humano como cualquier otro”. Se sabía una persona que había luchado y se había perfeccionado.
Salía de su casa a las 6 de la mañana para entrenar antes de comenzar las clases. En la Universidad de Carolina del Norte trabajó intensamente para corregir sus mayores defectos, el juego defensivo y el manejo de las pelotas en los lanzamientos. En una oportunidad tras perder el último partido de la temporada, volvió a la cancha y estuvo horas practicando lanzamientos. Ya se preparaba para el año siguiente.

AUTOESTIMA

Uno de los factores que tenemos que trabajar es nuestro “autoestima”. Cuando hablamos de autoestima. ¿Sabemos lo que significa? Definimos como “una comparación o un balance entre aquello que percibimos de nosotros mismos y aquel ideal que tenemos de lo que queremos ser”.
La autoestima se va construyendo, lo cual no quiere decir que tenga que ser algo fijo, inamovible, sino que podemos ir cambiando, para bien o para mal, esa percepción a lo largo de nuestra vida. Esto depende entre otras cosas, de nuestro entorno, del ambiente familiar, laboral, deportivo, social y educativo en el que estemos insertos y los estímulos que estos nos van brindando.
El modo en que nos sentimos y nos valoramos, la imagen que tenemos de nosotros mismo, con relación a nuestras capacidades, están directamente relacionados a la forma en que tomamos decisiones en todos los aspectos de nuestra vida. Desde la manera en que funcionamos en el estudio, el entrenamiento, el trabajo, el amor o el sexo, hasta nuestro proceder con compañeros, amigos, hermanos. También cómo educamos a nuestros hijos y las posibilidades que tenemos de progresar en la vida.
Nuestras respuestas ante los acontecimientos dependen de quién y qué pensamos que somos, al enfrentar situaciones que nos provocan una reacción automática. Las dificultades en nuestra vida son los reflejos de la visión íntima que poseemos de nosotros mismos. Por lo tanto, la autoestima es la clave del éxito o del fracaso.
También es la llave para comprendernos y para que entendamos a los demás. Aparte de los problemas de origen biológico, no se conoce una sola dificultad psicológica, que no sea atribuible a una autoestima deficiente. A esta última se pueden atribuir la angustia, la depresión, el miedo a la intimidad, al éxito, el abuso de alcohol o de las drogas, también el bajo rendimiento en el deporte, el estudio, el trabajo, las dificultades en las relaciones sociales y familiares. Hasta los malos tratos a las mujeres o la violación de menores, las disfunciones sexuales o la inmadurez emocional, pasando por el suicidio o los crímenes violentos son consecuencia de esa deficiencia.
Cuando la autoestima no es la adecuada, a las personas se les dificulta enfrentar los retos y desafíos del diario vivir con cierto grado de optimismo.
Estas personas tienen a autocriticarse y a censurar a los otros, tienen un bajo umbral de resistencia a las frustraciones y a los fracasos, tienden a aislarse y reaccionan en forma dramatizada y exagerada ante cualquier advertencia que se les haga. Son escasamente competitivos, tímidos e introvertidos y en general no gustan de la integración grupal y social.
Los individuos que poseen sentimientos o complejos de ser inferiores, generalmente compiten, pero desde un ángulo negativo y contradictorio. Se autoexcluyen y al no integrarse a los grupos, aun sin saberlo conscientemente, sabotean tanto al equipo o al grupo al que pertenecen, como a la actividad que realizan.
A veces son una especie de carga que los miembros del conjunto soportan y toleran durante un período, pero que en definitiva tarde o temprano, a la corta o la larga terminarán dejando de lado.
Pero se ha encontrado, que las personas que tienen sentimientos de inferioridad, si practican algún deporte o ejercicio pueden sentirse aliviados de la presión físico-psíquica que naturalmente acumulan debido a su baja autoestima durante su vida diaria, ya que aquel actúa como válvula de escape. Esto le proveerá de un cierto grado de auto-reconocimiento o reconocimiento para su normal desarrollo como ser humano.
Tendremos que plantear metas reales, posibles de ser logradas, teniendo como objetivos no introducir en la vida de ese deportista niveles de exigencias inalcanzables, que le incrementan su angustia al no poder cumplir con las metas propuestas. De lo contrario, aparecerán inevitablemente en él, pensamientos negativos recurrentes y perjudiciales.
Durante la historia de los deportes, tanto en los profesionales, como en los aficionados, es común alabar al que gana y humillar o menospreciar al que pierde. Aquí es donde las emociones y la autoestima juegan un papel tan primordial como fundamental, para no caer y seguir adelante ante la adversidad emocional.

MOTIVACIÓN

Sin lugar a duda que tener una elevada autoestima para desarrollar nuestras tareas cotidianas y en nuestro ámbito deportivo es fundamental. La autoestima es el comienzo para una motivación positiva y comprometernos de lleno con nuestro objetivo.
La motivación es la “energía disponible para…” o la dirección e intensidad del esfuerzo. Es un factor fundamental no sólo en la vida deportiva, sino también en todos los ámbitos.
Implica entonces movimiento, tanto es así que para describir este estado se usan términos como excitación, activación, intensidad. Términos que pueden llevar a malos entendidos, como: Creer que motivar es crear expectativas en el otro poco realistas, el “vos podes” puede resultar negativo cuando no se logra realizar la tarea, y por lo tanto producir una baja en la confianza o “vamos que podemos”, el tono fuerte de un entrenador, las palmadas, etc; pueden resultar activadoras del organismo, ponerlo en estado activo pero puede no estar motivado para la tarea.
No entraremos en detalles, ya que existen libros que hablan sobre ello, y más bien hablaremos de cómo lograr motivarnos para poder asumir el compromiso que nos toca todos los fines de semana.
Cuando hablamos de motivación, el establecimiento de metas es uno de los puntos principales a trabajar. Poner objetivos claros de trabajo que focalicen en los puntos de superación, que sean difíciles pero alcanzables. Como suelen decir: “despacio, pero sin pausa”.
El establecimiento de metas es un plan de acción, al que debemos ir ajustando con el tiempo, modificando o poniendo nuevos objetivos, el cual debemos proseguir a pesar de las dificultades de logro que se vayan presentando, que seguramente se presentarán pero no debemos desanimarnos.
Muchas veces el problema no es plantearse metas y no conseguirlas, sino el conseguirla y quedarse en la mediocridad, siempre hay un escalafón más para subir.
La motivación nos crea el compromiso con la tarea a desarrollar.

COMPROMISO

En esta nueva etapa que comienza, para alcanzar objetivos, para superarse día a día, e ir alcanzando el desarrollo físico y mental necesario, hay que entrenar y comprometerse con lo que se hace. El camino a la excelencia es largo e implica finalizar lo empezado.
El compromiso se refiere a la capacidad de elección entre dos exigencias que genera satisfacción en el resultado. Comprometerse significa voluntad, sacrificio y renuncia a otros aspectos que también generan placer, se relaciona a una declaración de intenciones o un plan de acción a seguir.
Normalmente, y sobre todo en el mundo del deporte, la falta de confianza en nuestras capacidades y potencialidades, la escasa autoestima, el conformismo, las excusas, etc., atentan contra los buenos resultados. Los grandes campeones no es que tengan más o menos voluntad que el resto. La diferencia, es que lo realizan con placer, para probarse en cada entrenamiento, cada día un poco más para sentirse mejor en sus logros. 
El gran campeón Mohamed Alí solía decir: Los campeones no nacen en los gimnasios. Pasan por los gimnasios y llegan por sus fuertes convicciones en sí mismos, por sus deseos de superación, por un sueño, por una visión”. 
Luego, la repetición de esa afirmación, de esa conducta se hace hábito, y esto, es lo que los lleva a perdurar en el intento. Una vez que esa creencia se transforma en una fuerte convicción, las cosas comienzan a suceder. Un resultado es una impresión momentánea de la vida. En un instante, una experiencia, un momento donde nos pusimos a prueba. Podemos elegir entre vivir entre resultados u optar por la decisión de centrarnos en el proceso y realizar un compromiso total en esa causa.
Ningún jugador a lo largo de un partido tiene mucho tiempo la pelota en sus manos. Lo mismo sucede en la vida. Tanto la pelota como las oportunidades están ahí, delante de nosotros. Todos la quieren tomar, pero depende de uno, en si nos hacemos cargo o la dejamos pasar. Es decir, en si jugamos, o en si dejamos que nos la jueguen. Cuando hablamos de excelencia competitiva, no sólo nos referimos a los partidos. También lo es cuando nos encontramos en una situación de entrenamiento, en prácticas o en pretemporada. Será entonces, cuando más adelante, se presente la oportunidad del partido y te llamen, y te toque entrar, y vas a hacer la misma jugada que tanto entrenaste. Si llegas con buena actitud para entrenar, y das todo tu esfuerzo, te va a ir cada vez mejor.
Haces deporte por amor a la competencia, y es muy simple. Si queremos ser un excelente jugador, no uno de la multitud, sino un excelente jugador, tenemos que entrenar duro y trabajar más que tu adversario. Si ellos entrenan dos horas, debes entrenar tres horas. Si ellos levantan 130 kilos de pecho plano, tenés que buscar la manera de levantar 150. Siempre se puede un poco más. Es el valor agregado en esa superación que nos diferencia de los demás. El mejor entrenamiento es el que acaba cuando queremos seguir entrenando.
Hoy en día la competencia es enorme. Hay mucha presión, y los que la superan son los grandes jugadores. La velocidad es la reina de la competencia, es la ganadora. En cualquier puesto que juegues es mejor que sepas correr. Si nos fijamos en los diez mejores equipos, además de una buena defensa, son todos muy veloces. Lo importante no es sólo responder a una actividad, sino cómo nos implicamos en lo que hacemos. He aquí donde entra en juego la motivación, en la cantidad de energía y dirección que colocamos en esa dirección.
Debemos “ponernos la camiseta”, pues la idea es que quién trabaja para un fin se sienta parte de él, como si fuera algo propio y no lo haga sólo por hacerlo o porque recibe una retribución económica a cambio. Esta es la base para producir cualquier tipo de cambio; la clave de los logros radica en la capacidad que posee cada árbitro en comprometerse con lo que hace en un terreno de juego, tiene que ver con la posibilidad de crear nuevas prácticas en su manera de hacer las cosas.
La falta de compromiso se debe a descuidos voluntarios, pero principalmente a la pereza, la comodidad, al egoísmo y a la prepotencia que demuestra dentro del mismo.
Algunos árbitros creen que el compromiso es sólo una palabra insignificante, otros, por el contrario lo consideran importante cuando hablan de él, sin embargo muy pocos lo hacen importante a la hora de ponerlo en práctica.
Considerar el compromiso como un fenómeno esencial para coordinar acciones con los compañeros y colaboradores, se convierte en la base para producir cualquier tipo de cambio. La clave de los logros dentro del arbitraje radica en la capacidad que se posea en comprometerse y responder posteriormente por actos y decisiones que se toman; este valor tiene que ver con la posibilidad de crear nuevas prácticas en las maneras de arbitrar e interpretar los partidos pues sólo así se será consciente de la nueva responsabilidad que se quiere contraer.


Referencias:
·         El deporte: Manual de ganadores – el triunfo está en la mente. Dr Jorge da Silveira, Lic Delgado Di Biase.
·         El compromiso de los árbitros. www.revistaarbitros.com
·         Motivación – poniéndonos en movimiento. Lic Alejandra Florean

·         El compromiso de alcanzar objetivos. Lic Julia Alvarez Iguña

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